PERSONAJES POPULARES...DE TODOS Y DE NADIE

MUSITANI.

Personaje extravagante si los hubo, adelantado  hombre del mundo del Marketing y la publicidad.

Su  nombre fue completo fue Francisco Musitan. Tenía fascinación por el color verde, color con el que se dice, pintó hasta un caballo.

Vestía impecablemente de blanco y recorría las calles de la ciudad y alrededores vendiendo novedades.

Se movilizaba en bicicleta, en la que llevaba variedad de  timbres y cornetas.

A su paso los chicos gritaban “Musitani toque corneta” y él amablemente accedía porque se sabía un personaje importante y que despertaba curiosidad, por qué no fascinación, entre los vecinos del pueblo. Julio Cortazar, visitante y morador  ilustre de nuestra ciudad rescató su figura en uno de los capítulos del libro “La vuelta al día en ochenta mundos”.

YUYITO.

Personaje popular como pocos, su verdadero nombre, Jesús Miranda.

Le encantaba sentarse en la vereda de una casa elegida quien sabe con qué criterio.

Pedía comida y vino.

Hablaba poquito y nada, aunque a veces relataba el nombre de sus hermanos, padres y cuñados.

Cuando lo veíamos venir, con su carretilla y su bolsa de quien sabe que cosas, los chicos salíamos corriendo, buscando refugio en casa. Él, cómodamente desplegaba sus pertenencias y sin ningún compromiso que lo apresurara, pasaba sus tardes sentadito, sin molestar a nadie.

Era “alérgico al agua”, su barba tupida le sumaba muchos años y sus inseparables amigos, los pichichos eran fieles a este personaje, que no dejaba de dar ternura a quienes sorprendidos disfrutábamos de algún modo su visita.

Al día siguiente era motivo de charlas en el patio de la escuela. “Ayer lo vi a Yuyito, estuvo en la vereda de mi casa”.

TRIPITA.

Su verdadero nombre Casimiro Miguel Cambón. Vendedor ambulante de billetes de lotería.

Lucía muy formal noche y día. Siempre con su traje y camisa deslucidos, en verano e invierno.

Fue una persona culta, pulcra y refinada, que por los avatares de la vida entró en una situación de trágico abandono.

Era conversador con quienes lo respetaban y enojón con los chicos que en su inocencia o cultura popular pueblerina le  gritaban “Tripita, sucio, lavate”.

Quienes lo conocieron seguramente siguen extrañando a este personaje que les acercaba a sus puertas promesas de fortuna.

ANYULINO.

Antiguo personaje, que por allá en la década del 30 supo ser sereno en las primeras obras de pavimentación de la ciudad. También lustrabotas callejero.

Su verdadero nombre fue Angel Diliberto pero se hacía llamar “Angelo Diliberto I”.

Tenía un tic nervioso muy característico: sacaba la lengua y movía simultáneamente su mano.

Se creía el rey del mundo y así lo decía delante de todos. Pronunciaba discursos callejeros a pedido de su público quien al final de sus arengas lo aplaudían incansablemente para que se creyera importante.

EL LOCO DE LA BICICLETA.

Quienes lo conocieron aseguran que fue un mèdico que en un trágico accidente perdió a su familia. Y desde entonces, enajenado por la trágica situación recorría la ruta 5 con su  bicicleta a cuestas.

En cuero, de noche y día, en verano e invierno, incansablemente recorría una y otra vez la ruta, por lo que era muy común cruzarse con él. “Ahí va el loco de la bicicleta”. Falleció en la década de los 90, en la ruta, víctima de un accidente.

el mundo y así lo decía delante de todos. Pronunciaba discursos callejeros a pedido de su público quien al final de sus arengas lo aplaudían incansablemente para que se creyera importante.

BARTOLO.

¡Nuestro querido Bartolo!
Su nombre completo era Bartolomé Navaridas, un pintoresco vecino que siempre tenía un piropo a flor de piel para cuanta señorita se le cruzara en el camino. Caminante de las calles del centro y pasajero abonado de la línea local de colectivos.
Piropeador, atrevido, chistoso y hasta malhumorado.
Sacaba siempre una sonrisa, o espantaba a las chicas a las que les pedía casamiento.
Su particular figura sigue siendo recordada por todos los que lo conocimos. menudito, de mirada pícara, vestido con su traje, gorrita y anteojos, merodeador de negocios y pedigüeño como pocos.